Les Lyonnais, la película
Les Lyonnais es una película francesa que se estrenó el año 2011 (en Francia) y en España en 2012, dirigida por Olivier Marchal. Se trata de un drama con tintes de thriller que ha recibido muchas buenas críticas por parte de los cinéfilos.
El guión es una adaptación de Olivier Marchal y Edgar Marie basado en el libro “Por un puñado de cerezas” de Edmond Vidal. Y cuenta con la producción de Cyril Colbeau-Justin y Jean-Baptiste Dupont.
Cuenta con un elenco compuesto por: Gérard Lanvin (Edmon Vidal, alias Momon), Tchéky Karyo (Serge Suttel), Daniel Duval (Christo), Dimitri Storoge (Edmon Vidal de joven), Patrick Catalifo (comisario Max Brauner), François Levantal (Joan), Francis Renaud (Brandon), Valeria Cavalli (Janou).
Sinopsis
A diferencia de los dramas policiacos más valiente del director (36 Quai des Orfèvres y MR73: La última misión), este filme narra la vida real del criminal Edmond Vidal "Momon" proporcionando una mezcla predecible de clichés de la mafia, pero sin un verdadero arco emocional para acompañar su relato flashback.
Famosos por haber cometido algunos de los más audaces robos a mano armada en la historia reciente, la banda Les Lyonnais (llamados así porque funcionaban en la ciudad de Lyon y su región circundante) fueron unos de los maleantes más populares que sacudieron a Francia durante su ola de bandalismo a lo largo de los años 60, 70 y 80.
Junto con Jacques Mesrine y la parisina Gang des Postiches, Les Lyonnais lograron perpetrar una serie de audaces atracos con ningún derramamiento de sangre, jugar al gato y al ratón con detectives y ajustar cuentas con los clanes rivales de una manera más letal.
Adaptado del relato autobiográfico de Vidal de sus hazañas como uno de los líderes sin escrúpulos de la banda de Lyonnais, el guión (coescrito con Edgar Marie) salta entre el día de hoy, donde Vidal (Lanvin) gobierna su gallinero con aplomo, y el pasado, donde un joven "Momon" (Dimitri Storoge) sobrevive como ladrón gitano junto a su fiel compañero, Serge (Olivier Chantreau).
Sin embargo, como revelan acontecimientos futuros, su viejo compañero Serge, pronto se convierte en la fuente de mucho dolor para Vidal, que ha obligado a su amigo fuera de la cárcel a encargarse de varias deudas de las que no se recogen con un simple apretón de manos.
Va viajando simultáneamente entre las dos historias hasta un final que es demasiado previsible. Mientras que las secuencias de flashback proporcionan el tipo de tono sepia que nos infunden nostalgia, y que hemos visto decenas de veces antes, las escenas de la actualidad son torpes, y muchas escenas se sacan de El Padrino.
Como en muchas películas de gángster, Marchal también parece demasiado enamorado de sus personajes para mostrar cualquier distancia crítica, exalta sus hazañas durante la mayor parte de la película y luego trata de revertir la forma demasiado tarde.
Banda sonora llena, al estilo de Scorsese, con varios hits de rock de la época (Janis Joplin, Deep Purple, The Animals), mientras que la composición exagerada, tanto entonces como ahora, da la impresión de que la notoriedad de un gángster francés aumenta en directa proporción a su cantidad de vello facial.